24 abr 2008

Sentimientos Encontrados

Categorizar sentimientos es un ejercicio difícil, acaso ridículo, pero no podemos negar que, oponiéndose a algunos como generosidad, alegría o voluntad, hay otros cuyo valor o belleza resultan al menos cuestionables: están las afectividades que transparentan miserias, las que nos desnudan y nos avergüenzan, las que desearíamos que no estén.

Sin embargo, feas como son, puede pasar a veces que también generen cosas bonitas, inesperadas, antagónicas. Otras, en cambio, no. Nacieron para ser eternamente dañinas o humillantes y jamás podrán verse transformadas en algo digno de llevar.

Lo que sigue a continuación es, entonces, una muestra de qué sentimientos son versátiles y tienen potencial de transformación y cuáles no:


Tienen

Culpa: pocas cosas son comparables con el peso sordo y difuso del sentimiento de culpa. Pocas tienen tanta capacidad de invadir el transcurso normal de nuestros días, de ocupar de manera tan generalizada nuestro pensamiento. Cuando la culpa se instala, no podemos dejar de mortificarnos, de dar vueltas sobre lo mismo, de masticar nuestras pulsiones. Pero a veces, con suerte, logra funcionar como un disparador efectivo. Puede lograr, por ejemplo, que estudiemos fabulosamente para un recuperatorio de un parcial, llevarnos a pedir perdón - que es un gesto que siempre me pareció adorable-, volvernos mejores hijos, mejores novias, mejores humanos.


Inseguridad: La inseguridad conduce a la seguridad, y en el medio (hablando de individuos con psiques no patológicas, claro) pueden conquistarse cosas nuevas y valiosas en pos de ser aceptados, apuntalando nuestra autoestima en base a comentarios de terceros.

Vale remarcar que aquí hay dos cosas muy buenas: la misión (la seguridad) y los objetivos y lineamientos funcionales (tratar de ser agradables, más inteligentes, empaparnos de un tema, sacarnos mejores notas, dominar alguna que otra técnica) y algo no tan bueno como la meta (obtener feedback positivo de los otros). Nada que no se pueda solucionar con unas sesiones de análisis, igual.

Ansiedad: La persona ansiosa tiene exacerbada su energía, por lo cual participar en actividades demandantes (que podrían ser desde corredor de resistencia a médico de terapia intensiva ó picador de piedras) podría ser una estupenda decisión. O sea, bien domesticada, la ansiedad se transforma en voluntad.



No tienen

Envidia: el problema patogonómónico y progresivo de la envidia radica en que, al ser un sentimiento muy volcado hacia un tercero (el sujeto envidiado), no nos facilita (a nosotros, sujeto envidioso) de la instrospección necesaria para
a) darnos cuenta de que es deletéreo
b) intentar cambiarlo

con lo cual es prácticamente imposible que la angustia que genera pueda convertirse alguna vez en algo beneficioso.

Pereza: sin voluntad no hay nada. Algunos podrán decir que un sujeto perezoso vive calmo y protegido de todos los efectos negativos que los aluviones de neurotransmisores excitatorios podrían llegar a dar, pero la realidad es que el perezoso no puede siquiera registrar la belleza de la quietud porque carece de percepciones diferentes que permitan establecer el contraste necesario.

Desconfianza. la desconfianza es la prima mogólica de la inseguridad. Desestabiliza, pero no inquieta. Y las pocas veces que moviliza, lleva a actitudes de ruina. Quien la padece es hospedador de delirios y alucinaciones varias que condicionan su vida y la de otras personas de su círculo, cuando no la truncan.

Algunos podrían decir que está bien ser cauto y prevenido, pero cuál es el precio? Realmente es una victoria descubrir que tu novio te engañó después de que lo asfixiaste con tus celos? Valió la pena dejar de conocer personas maravillosas por miedo a que resulten decepcionantes después? Cuántas buenas acciones hay por cada mala?


La desconfianza no protege, no resguarda, no ayuda, no nada. Simplemente hace que la vida pase, y de un modo miserable. Y eso sí no tiene perdón. Porque si bien con algo más de esmero o paciencia podrían encontrarse nuevos potenciales ocultos en nuevos sentimientos, dudo que alguno de ellos tenga que ver con devolvernos el tiempo perdido.

10 comentarios:

Loki dijo...

Hay mucha tela para cortar sobre este tema y le debe haber quedado mucha tinta en el tintero pero teniendo en cuenta las limitaciones de un post y dejando de lado pequeñas discrepancias... brillante lo suyo.
Yo antes era muy inseguro en cambio ahora ...no podría afirmarlo tan enfáticamente.

Iota dijo...

Increible la lucidez en la explicación de la desconfianza y de su relación con la inseguridad. Sin duda, la desconfianza muchas veces es lo que en epistemología se llama una "profecía autocumplidora". Sentimiento miserable, si los hay.

Saludos, Betty.

Betty Carol dijo...

loki: ciertamente, hay un montón. Algun dia tendré tiempo o una vida y lo haré. Y gracias, me encantan los brillos.

iota: lucidez!! nunca jamas alguien me dijo lucidez.
Qué es eso de profecia autocumplidora?


No, pera, en serio. Lucidez

Anónimo dijo...

Como le va?En mi ultima relacion me ganó la desconfianza. Despues de varias mentiras, por boludas que sean, me cuesta muuucho volver a creer.
Asique se va a Cuba?
saludos!

Betty Carol dijo...

No, Cuba no. Puelto Licoooo!

Iota dijo...

Una profecía autocumplidora es una predicción que con el sólo hecho de hacerse, hace que se cumpla. Por ejemplo, cuando alguien dice que un banco va a quebrar: los clientes sacan masivamente el dinero y se da el quiebre.

Sara dijo...

Betty, genial post. tú como doctora debes darnos el antídoto a la desconfianza. Alguno debe haber... compartelo!

Betty Carol dijo...

iota: zapato en la heladera!!! Me trajo recuerdos

sara: gracias! no se si antidoto, pero una vez mi abuela me dijo que de nada servia preocuparse de determinados asuntos con antelacion, porque eso no ahorra preocuparse llegado el momento.
Eso, o creerse mil.

Iota dijo...

Zapato en la heladera??
EH?

pesuniasygarras dijo...

Perfecto.Eso perfecto lo relatado.
Saludos
Garras