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Sin lugar a dudas, el -a veces- inabarcable universo femenino se divide en dos sistemáticos y extensamente reconocidos grupos: las mujeres que tienden a almacenar grasa en el abdomen (de ahora en adelante "Mujer Manzana") y aquellas en quienes los triglicéridos tienden a adoptar una distribución algo más inferior, en los glúteos y muslos (de ahora en adelante "Mujer Pera").
Estas dos categorías quedan definidas, entonces, de la siguiente manera: sin llegar a hablar de sobrepeso franco, "Mujer Manzana" es una fémina de extremidades largas, delgadas y lineales, con tronco corto y cintura imperceptible. "Mujer Pera", en cambio, tiene piernas algo más musculosas, fuertes y cortas en relación con su torso, trasero prominente y cintura pronunciada.
Esta diferente distribución topográfica del celular subcutáneo será la responsable de determinar no sólo la manera de vestirse, la marca de jean favorita o el entrenamiento físico de elección: además define, contundentemente, comportamientos de importancia antropológica y social significativa.
Considerando que el tejido adiposo de "Mujer Pera" se encuentra en estrecha relación con los estrógenos (de los muslos o desde el trasero sirve como materia prima para fabricar estas hormonas sexuales que tanto influyen en el organismo femenino) es fácil inferir que, ante todo, "Mujer Pera" siempre será más mujer que "Mujer Manzana."
"Mujer Pera" suele ser desenvuelta, verborrágica, segura de sí misma, inquieta, creativa. Usa vestidos, escotes, ropa ajustada, el pelo suelto y largo, aros.
Es la típica hembrota que inspira forzadísisimas rotaciones de cuello masculina por la calle y la suave y gentil poesia del sindicato de conductores de camionetas .
Estas dos categorías quedan definidas, entonces, de la siguiente manera: sin llegar a hablar de sobrepeso franco, "Mujer Manzana" es una fémina de extremidades largas, delgadas y lineales, con tronco corto y cintura imperceptible. "Mujer Pera", en cambio, tiene piernas algo más musculosas, fuertes y cortas en relación con su torso, trasero prominente y cintura pronunciada.
Esta diferente distribución topográfica del celular subcutáneo será la responsable de determinar no sólo la manera de vestirse, la marca de jean favorita o el entrenamiento físico de elección: además define, contundentemente, comportamientos de importancia antropológica y social significativa.
Considerando que el tejido adiposo de "Mujer Pera" se encuentra en estrecha relación con los estrógenos (de los muslos o desde el trasero sirve como materia prima para fabricar estas hormonas sexuales que tanto influyen en el organismo femenino) es fácil inferir que, ante todo, "Mujer Pera" siempre será más mujer que "Mujer Manzana."
"Mujer Pera" suele ser desenvuelta, verborrágica, segura de sí misma, inquieta, creativa. Usa vestidos, escotes, ropa ajustada, el pelo suelto y largo, aros.
Es la típica hembrota que inspira forzadísisimas rotaciones de cuello masculina por la calle y la suave y gentil poesia del sindicato de conductores de camionetas .
"Mujer Manzana" cultiva un perfil más misterioso, enigmático o cool. Como tiene piernas más largas y estilizadas, su impronta suele ser mas distinguida que guerrera. Sólo ella puede usar pantalones chupines, All Star con polleras, abusar de chatitas y que siempre quede bien .
Debido a su aspecto sofisticado, "Mujer Manzana" suele ser más mirada por otras mujeres que "Mujer Pera", quien en general nos parece más ordinaria y simplona.
"Mujer Manzana" habla -y discute- bastante menos que "Mujer Pera"; y en sus conversaciones siempre hay referencia a una banda de rock muy alternativa, literatura, fotografía o derecho constitucional.
También suelen ser menos populares, acaso porque su target es bastante menos abarcativo que el de "Mujer Pera" -un chico de Flores nunca saldría con una "Mujer Manzana", por ejemplo-.
En cambio, gustan exclusivamente a hombres con una sensibilidad superior a la del tipo promedio, pongámosle un diseñador industrial al que conoció en una instalación, un rockstar que se encontró en La Trastienda o un fotógrafo al que deslumbró con sus ojos color miel y su pelo afro. O a un ingeniero recién recibido al que se la presentaron en un cumpleaños de un amigo y pensó que sería una buena esposa y madre.
Porque si bien no es pasión de multitudes, "Mujer Manzana" tiene eso. Cuado gusta, enamora. Inspira, acompaña, la quieren para casarse.
"Mujer Pera" enloquece. Divierte. Renueva. Pero su energía torrencial es dificil de encausar y una relación con ella suele ser conflicitiva y dramática.
"Mujer Manzana" es la paz.
"Mujer Pera" la inquietud.
"Mujer Manzana" sufre en la adolescencia, cuando es flaca y desgarabada.
"Mujer Pera" sufre de ahí en más, para tratar de detener su cada vez mas salvaje crecimiento de caderas.
"Mujer Manzana" es la que ninguna querría tener como ex novia de nuestro chico.
"Mujer Pera" es la que ninguna querría tener como amiga de nuestro chico.
"Mujer Manzana" es Liv Tyler,
"Mujer Pera" es Jennifer Lopez.
Por eso, señores, no se gasten en pedirle Peras al Olmo.
Pídanle Manzanas.
VEGGIE UPDATE !!!
La Mujer Zanahoria, por M.
De origen manzana, pera o hasta palmito, enfundada en su outfit deportivo y calzando unas Nike Shox, irrumpe una nueva mujer fruta: la mujer zanahoria.
Se trata ni más ni menos de una hembra que orgullosamente borró todo rastro de femineidad en una seguidilla de clases de Spinning y Tae Bo. Sus piernas fibrosas y su trasero firme, más desgrasado que un yogur descremado son dos de sus principales características. La otra son sus hombreras aplicadas ad-hoc, ganadas tras extenuantes series de vuelos laterales en la sala de musculación. Envidiada por las peras, las cuales ven en su fisionomía la posibilidad de echarse una panzada contínua de 3 meses a base de carbohidratos antes de que aparezca el primer flotador y/o rastro de celulitis, la mujer zanahoria mantiene una batalla sin cuartel contra las mujeres pera, a las que considera “gordas” sin miramiento alguno, quizá motivada por la evidente convicción de que ellas la consideran “un pibito sin tetas”. Esta mujer, de carnes firmes y cutis descuidado precisa de un manual de usuario totalmente opuesto al de la pera y la manzana, y será vital descubrir en los primeros encuentros qué motivó su transformación (posiblemente una figura materna débil o ausente).
En el discurso de la zanahoria no hay sentimientos ni pensamientos; para ella todo son verbos, acción, movimiento. “Fui acá”, “hice esto”, “levanté lo otro”, “corrí tanto”. Incluso hace uso de verbos jamás oídos en una pera o manzana, como “escalar”. “Marcar” es usado para un músculo y no para un número de teléfono. "Quemar" para una caloría y no para un churrasco; la mujer zanahoria evidencia su condición en cada palabra. A diferencia de la pera, que goza el sexo con locura demencial, y de la manzana, que lo realiza con una convicción titubeante, la zanahoria, enamorada de sí misma, encuentra en el sexo únicamente la ocasión perfecta para manifestar su dominio físico.
Su instinto maternal fue aplacado a extremo por un temor que la perturba y que constituye su peor pesadilla: perder su figura de ángulos y formas cóncavas. Deseada únicamente por hombres que se llevaron el chasco de ex novias que subieron 14 kilos en el primer año de noviazgo, rara vez la zanahoria tiene un hombre a su lado, ya que a todos intimida.
Militante de derecha aunque sin explicar sus motivos, sus charlas e intereses giran en torno a la nutrición, el profesorado de educación física, el dolor articular o una nueva rutina que salió en Salud Vital. Toda lectura la aburre, jamás consideraría poner un blog, ni leer uno, y muchas de ellas aún hoy no tienen casilla de mail. Esta mujer, que rara vez llama un plomero, electricista o carpintero sin antes intentarlo ella misma, demuestra que la distribución hormonal es hasta cierto punto factible de modificación.