Cuando salí esa mañana, arrastrando mi valija por una
callecita empedrada de Kyoto, sentí algo especial. Yo le llamo confianza en el universo, pero si fuera creyente podría
decir que Dios me acompañaba o una virgen alguna cosa.
Estaba sola en un país lejano, pero no me sentía extraña.
Tenía el corazón roto pero el ánimo fuerte. Acababa de pasarme una de las
peores cosas que me habían pasado en la vida pero ahí estaba la mañana de
Japón, virgen y prometedora. Había llorado 7 horas seguidas, pero la brisa del
amanecer me acariciaba, me refrescaba y me aliviaba la cara.
Mire una vez mas hacia atrás. Por ahí se arrepentía y….no.
- La vida no es una película- me dije.
Además en las películas el motivo de las
peleas de pareja jamás comprende que uno de los dos sea un psicótico.
Me subí a un taxi para ir hasta la estación. Los taxistas
japoneses no son de hablar demasiado. Un poco por solemnidad, otro poco por
idioma. Supongo.
-A la estación de
Kyoto, por favor- le pedí al conductor
Y él, sin siquiera mirarme, con una sutileza, una
sensibilidad y un respeto sorprendentes, estiró el brazo hacia atrás y me alcanzó un paquete de pañuelos.
-Things will go better- me dijo, en un inglés clarísimo. Y siguió manejando como si nada.
3 comentarios:
Nunca se que decir, solo que me conmueve tu relato y fortaleza. Espero que estés bien @mechukita
Gracias Mechu. Estoy ahi, repuntando:
https://www.youtube.com/watch?v=PJD1zJYT1KQ
Todo lo que se relacione con las historias vividas en otros países me encanta ya que a mi me gusta viajar mucho y por eso trato de practicarlo constantemente. El ultimo año pude conseguir viajes a miami ya que tenia ganas de disfrutar de playas
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