23 mar 2014

RSF IV: I bet you look good on the dancefloor

El avión despegó puntual, como absolutamente todo en Japón. Que país fascinante, por dios. 

A mí se me mezclaban las imágenes deslumbrantes de los templos y las callecitas estrechas llenas de karaokes, comida indescifrable y bares de jazz; con las escenas oscuras y dramáticas de la noche anterior, sin ningún criterio ni prioridad. Todas juntas. Como una receta de un millón de ingredientes mal hecha o una historia sin eje y mal contada.

Necesitaba revivir la parte linda del viaje. Y como el chileno también venía de Japón nos pusimos a hablar de eso. Me mostró videos de adolescentes disfrazados de Elvis Presley bailando en una plaza. Le conté del domo de la bomba atómica en  Hiroshima. Me contó cómo era la vista desde Roppongui Hills. Le conté lo mucho que me había gustado el whisky. Me mostró otro video, de un señor que llevaba un perro que andaba en skate.  Hablamos de la noche japonesa, de cómo saludan con reverencia mirando al piso, de cómo se viste la juventud, de la música que escuchan, de por qué será que las chicas caminan todas torcidas, de lo increíble y pulcro que es todo aunque sea imposible encontrar cestos de basura.

Entre historia e historia nos daba risa (su sonrisa era magnífica) el azafato de American Airlines, que pesaba como 127 kilos y tenía un delantalito chistoso pero que resultaba, en conjunto, de lo mas adorable.

Me contó el motivo de su viaje. Le tuve que contar el mío, vacaciones. 
-Pero te viniste sola a Japón de vacaciones?-
-No, vine con mi novio. Pero me dejo ayer, en Kyoto-

Y me dijo que si bien era algo terrible, a la larga iba a ser una buena historia. Creo. O capaz lo dije yo.

Tomamos cerveza con la cena y seguimos hablando de más y más cosas . Me dijo que su papá había sido escritor y que contaba unas historias increíbles. Que las historias tienen valor. Le dije que una de mis frases preferidas es “No dejes que la verdad se entrometa en una buena historia”, pero que igual mi realidad había, una vez más, superado la ficción. Y que sí, algún día  tendría que escribirla.

-Aquel de allá está tomando sake?-
-No sé, no veo a más de un metro-
-Vamos a buscar?-

Y fuimos a preguntarle a nuestro azafato preferido si tenía.

Parados uno al lado del otro la sensación era diferente. Lo percibía todavía más alto. Y esa  sonrisa que casi iluminaba un poco la cabina con luces bajas

Otra azafata, la que atendía del otro lado, apenas nos vió nos dijo "WHAT A LOVELY COUPLE  YOU ARE!!!" Me sorprendió y me dio mucha gracia y un poco de vergüenza también. Me debo haber puesto roja y todo. Menos mal que había poca luz.

Le dije que no eramos pareja, que recién nos conocíamos. Él, impecable, agradeció el cumplido. Yo venía sintiéndome un trapo de piso. No se me había ocurrido la idea de que alguien me viera como mujer y mucho menos (aunque fuera una azafata atontada por el jet lag) como pareja. Qué gracioso si encima quedábamos lindos. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno ver que todavía existe este blog, debe tener como 10 años, fácil. Old Internet School.

Betty Carol dijo...

Gracias!! Tiene 9. Una locura, como pasa el tiempo.

Anónimo dijo...

AMO mucho todo lo que escribís. Y una entrada nueva me hace inmensamente feliz.
Eso. Gracias.

Betty Carol dijo...

Gracias vos!

Bee bread dijo...

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